viernes, 20 de septiembre de 2019

Murf y su cerebro pequeñito


Me jode la cantidad de videos que corren por todos los sitios de internet sobre gatos haciendo genialidades.
Los gatos tienen un cráneo muy pequeño, por lo tanto su cerebro es poco más que la nuez de Homer Simpson; y aunque útil para su naturaleza vanidosa y destructora, no juegan al ajedrez ni desafían a Einstein con teorías revolucionarias.
Murf ha intentado cazar con decisión paranoide la mariposa tras la ventana.
Y ahora pienso en esos supergatos de yutup, feisbuc y otras páginas de video-mentiras y lo mucho que me toca los cojones que al igual que tantos hijos que nacen superdotados hoy día, también ocurre lo mismo con los gatos. Porque raro es el gato o hijo que no es superdotado y que requieren escuelas muy caras para educarlos, ya que los padres no son tan listos como debieran.
Todo lo que sale en videolandia, es magnífico o súper emocionante y súper triste.
Pues mi gato tiene un cerebro pequeñito y es muy capaz de pasar tres horas así de feliz él y así de aburrido yo.
No es que lo quiera menos por ello, sé lo que es un gato con su cerebro microscópico; pero no le voy a prestar atención cuando me explique sus desvaríos sobre las teorías filosóficas de Kierkegard.


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