martes, 28 de febrero de 2017

Cadáveres en mi piel


Pienso demasiadas veces que soy un cementerio ambulante. Acumulo los cadáveres de los sueños y deseos rotos.
Muertos...
Hay muchos cadáveres en mi piel, en la carne; como quistes.
Y apestan los muy pútridos.
Apesta la vida de una forma insoportable en algunos momentos, en demasiados.
Debería arrancarme la piel para librarme de esa necrosis de la ilusión; pero no es posible sin morir.
Por lo tanto es mejor morir sin dolor que practicar curas tortuosas, que al final me van a matar igual aportando además, dolor a la fetidez de los cadáveres.
Hasta los objetos de escritura se atascan por tanto cadáver. Y la tinta fluye en convulsos borbotones como lo haría el semen del ahorcado.
Si eso pienso de mí, será fácil entender que afirme que este planeta esté habitado por zombis anímicos.
De cualquier forma, la sonrisa de una calavera cadáver es el sarcasmo al que me aferro para salvar la fetidez nuestra de cada día.



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