Puedo colgar sábanas y toallas mojadas usando mi pene como un obsceno tendedero.
Podría cascar nueces y los testículos ser pisapapeles.
Pero sobre todo, podría ser mi pene uno de los clavos que atraviesan la mano de Jesucristo en la cruz.
No todo iba a ser chanzas y risas. También puedo ser metafísico.
Malo a rabiar.
Y mi pene un insensible.
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