
Estoy seguro de que nadie obligará a abortar a sus retoñas e impedir con ello el justo castigo que se merecen por casquivanas y salidas. A su lujuria o la de sus violadores, claro.
Que los lamentos y prohibiciones los ciñan a su secta, que nadie les reprochará que acaten sumisos las órdenes y preceptos de sus amos.
Hay que ser consecuentes, cristianos.
Hay que ser consecuentes, cristianos.
A menos que os dediquéis a bautizar linces y focas en la Antártida, no deberíais mezclar los cojones con el trigo.
Ego os absolvo, pecadores.
Buen sexo.
Iconoclasta