miércoles, 17 de julio de 2019

¿Dónde estás Harry?


Ahora sí “quemecansao”.
Estoy hasta la polla de que en todas las películas deba de salir una pareja de julandrones ingeniosos de mierda besándose, abrazándose y dándose por culo con filtro de difusión de los putos cojones.
Ya no empiezo una peli de Almodóvar porque sé que a veces saltan rabos sin previo aviso, incluso en 3D y con una definición de un trillón de megapixels.
Coño, es que en casi todas las pelis tienen que salir los maricas de turno. Las tortilleras no me molestan porque me ponen, me masturbo con absoluta devoción y normalidad con sus indecencias.
Así que he ido a comprarme la serie completa del inspector Harry Callahan (Harry el sucio, Harry el fuerte, Harry el ejecutor…) y algunas sueltas de El justiciero de la ciudad, con Charles Bronson, que tienen una violencia y cierto aire intolerante con los seres de otras orientaciones sexuales, sin complejo alguno. Que sean fascistoides, me parece mejor que mariconoides.
Era necesario algo de naturalidad en mi vida cinéfila, estoy harto de ver rabos de cerdo como si fueran obras de arte, joder. Tengo el mío y no lo miro tanto, cojones.
Además, en la vida real, los maricas son tan hijoputas como yo, y mucho menos ingeniosos, guapos y hábiles de lo que los pintan.
Y sobre todo, a destacar la elegancia y el saber estar que derrochan en sus días de neurosis u orgullo. Mierda…
Si me das dos tazas de puto caldo, te las tiro a la cara, cabrón.
Con 300 llegué al límite de lo que podía tragar.
Qué aburrimiento con los dichosos julais…

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