sábado, 23 de mayo de 2015

Blasfemo pecador



En algún momento, en algún sueño, en alguna paranoia, creí que Dios estaba en tu coño. Tal vez sea esa una de las razones por las que te adoro.
Y es la única razón por la que deslizo mi mano temblorosa de devoción por la piel íntima de tus muslos separados. Tan cerca de Dios.
Acariciar a Dios...
Tal vez nunca fui tan ateo como pensaba.
Tan solo soy un blasfemo pecador que tiene la osadía de lamer a Dios.

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