domingo, 6 de octubre de 2019

La bombilla


Ha cambiado la bombilla y al encender la lámpara se ha vuelto a fundir, chisporroteando débilmente, como enferma.
Y ha llorado una lágrima que desobediente, se ha escapado rostro abajo.
Y ha agradecido estar solo.
Porque sabe que morir no será tan fácil, ni tan rápido.
También tenía olvidado el salobre sabor de las pequeñas tristezas de las cosas.
Sin pretenderlo y como si fuera posible, ha deseado ser bombilla u objeto para morir cómodamente.
Mañana volverá a comprar en la ferretería otra bombilla; pero no la encenderá, no es bueno abusar de las cosas saladas.
Luego ha bajado la persiana del salón y ha encendido un cigarrillo en la penumbra, sentado al lado de la lámpara que no luce.
Y ya.

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