Está bien, apacentaré a tus ovejas; pero que
conste que estoy seguro de que ellas no conocen la palabra paciencia.
A ellas
les va más su pastor de esas zonas rurales, profundas y aún llenas de
superstición y lenguajes indescifrables. Donde cada día una de entre el rebaño
es elegida para ser apacentada y amancebada por el buen pastor, ya que no hay
mozas casaderas en varios kilómetros a la redonda.
De ahí que el pene del pastor tenga un ligero
sabor a lana y el queso de oveja tenga ese sabor tan peculiar y buscado por
sibaritas y snobs.-¡Beee! ("me toca a mí", en español, en el original) -dice la oveja coqueta llamando la atención de Jesucristo mariposeando sus rizadas pestañas.
Qué chocho...
Buen sexo.
Iconoclasta
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