Que no pongan flores en mi tumba, que cubran la lápida con vidrios rotos y alambre de espinos. Porque no quiero que nadie se acerque; una vez muerto, tengo derecho a no sentir a nadie cerca, ni encima de mí.
Y si puede ser, que la electrifiquen, porque alguien querrá mear sobre mis huesos. No soy una buena persona.
No es precisamente edificante conocerse uno mismo.
Buen sexo.
Iconoclasta
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