Porque el único mal al que tenemos que temer es al cotidiano, al de seres mediocres y vulgares que matan sin emoción, sin interés.
La humanidad ha conseguido hacer del mal, algo vulgar y sin fantasía.
¿Cómo va a existir la belleza de la bondad si es tan vulgar como su antítesis?
(Reflexiones sobre la película Líbranos del Mal, 2014)
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