Dormir pegado a quien amas, no es una buena forma de relajar ese músculo cavernoso que se lleva toda la sangre, incluida la de mi cerebro y hace de la cama una tienda canadiense de montaña. Con su pararrayos y todo. Es agotador y peligroso ser tan macho. Y la hermosa durmiendo tan tranquila como si no hubiera tremenda erección a su lado.
No sé si cortarme las venas o dejarlas largas.
Qué ingrato y árido resulta a veces ser tan macho...