Dios es una rana molesta en boca y oídos de muchos. Es cansino por iterativo y rompe la serenidad de la noche sin dar consuelo. Con las ranas, ergo con Dios, solo queda resignarse.
Y claro, ante la carencia de potencia intelectual, cualquier rana cuenta una parábola ininteligible que da consuelo a los palurdos.
De ahí el éxito de la famosa rana Kermit de los teleñecos.
(Philosophia intertesticular iconoclástica).
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