De verdad, no me puedo creer que alguien tuviera la esperanza de que el ayatolá convocara elecciones y mucho menos dimitiera, es el colmo del infantilismo y su indigna ingenuidad.
Escribir cosas del rey y ayatolá hispanocatalán Sánchez I el Arribista, sumo sacerdote masónico de la secta psoe, inventor de la Amnistía Corrupta Española 2024 y cobarde histórico; lleva un aburrimiento casi existencial. No tiene inteligencia y por tanto, tampoco imaginación. Es un fascista estalinista corrupto funcional sin ninguna originalidad, como sus colegas sudamericanos.
Es tan árido de emoción escribir y describir a Sánchez I el Arribista como montar un puzle de dos piezas. No hay reto alguno.
Te aburres antes de haber unido las dos míseras piezas.
Además, como mierda llama a mierda, se ha rodeado de un grupo de sicarios de su misma mezquina calaña codiciosa; de un mediocridad tal todos ellos y ellas, que te hace escupir por un mal gusto que te llega a la boca al verlos u oírlos.
Entre las decenas y decenas de cleptócratas que forman el Cártel Sanchizta, el sicario ministerial exterior (un tal Albal, Alabares o algo así) ha destacado últimamente por ser un auténtico muppet, un teleñeco de caricaturescos ademanes y dicción parroquial; como un puritano en miniatura. Su tamaño de bolsillo lo compensa con una venenosa traza fascista estalinista. Es uno de los personajes más radicales del universo sanchizta por su carácter burócrata-dictatorial y ser cien por cien siervo a tiempo completo de su amo. Es el ejemplo a seguir que el ayatolá Sánchez I el Arribista tiene enmarcado en su zulo de la moncloa, como los empleados del mes de los macdonals.
La repelencia que provoca en aquellos humanos que no son feligreses o votantes de la secta psoe se puso de manifiesto en el parlamento europeo, los eurodiputados no españoles no sólo se negaron a votar el catalán como lengua oficial de la UE, es que ni siquiera quisieron hablar del tema.
Cuando vieron al sicario sanchizta exterior retorcerse como una víbora suplicando con repugnante mezquindad por el catalán que necesita su amo el ayatolá Sánchez I el Arribista para seguir parasitando el estado español, le dijeron que una mierda para él con un escalofrío de grima al observar sus espasmos de ávido servilismo hacia su amo.
Y por los seres desagradables del Cártel Sanchizta, no hay catalán que valga en la casa de putas que es la UE.
Vamos a ver, para adorar a estos personajes del fascismo corrupto estalinista español, debes ser español genéticamente hablando. El amor por los dictadores está en el ADN ibérico como una indigna y cobarde mutación de servilismo extremo.
No hay nada que llore más en el mundo por amor y fascinación que un espécimen de la raza humana ibérica por su caudillo, o como en la actualidad, por su ayatolá Sánchez I el Arribista.
Así que, con esta ralea de seres mezquinos del gobierno sanchizta, con su ayatolá a la cabeza y con el más que demostrado historial fascista-corrupto-político-social, ¿de verdad alguien con un mínimo de inteligencia podía alimentar la esperanza de que el mezquino Sánchez I el Arribista aflojara las mandíbulas del huésped que parasita, el estado español, por unas treintenas de casos de corrupción y prevaricaciones?
Hay que tener clara y sin infantilismos pueriles, que la biología del parásito no es la de soltar a su huésped, ninguna garrapata dice: “Ya estoy gorda de sangre y me voy a clavar a otro lelo”. Hay que matarlas en el mismo huésped para llevar a cabo la higiene.
La solución está en un buen insecticida, y ya.
Y aún queda algo por lo que veremos aplaudir a los especímenes de pura raza ibérica, lo previo a la guerra civil que busca el ayatolá Sánchez I el Arribista: dada la alarma social por corrupción y la animadversión de una insignificante minoría del pueblo españolo hacia su bondad manifiesta, su pureza y absoluta inocencia; decretará un estado de excepción de los suyos, prorrogables cada diez años para lanzar acto seguido a sus generales (comprados, de su propiedad) a las calles, como ya es habitual en todo narco dictador sudamericano.
Son cosas que aprendes con la historia en caso de que sepas leer algo más que el cartel que te indica la dirección de tu pueblo o el precio del peaje en la autopista.
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