A veces me
asusto porque parece que se le ha caído o perdido la cabeza. Es un histérico
durmiendo.
Si mi
naturaleza me dejara, dormiría tan resguardado del mundo como Murf (en la foto,
es un gato).
Por poco que
se me doble un poco el cuello durmiendo (además de babear), al despertar quedo
tan doblado, con tanta torticolis, que parezco un amante de los cuadros de
Nicoletta Tomás.
Incluso es
capaz de respirar toda esa maraña de pelos. Gatos y su flexibilidad...
Cochina
envidia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario