sábado, 2 de diciembre de 2017

Las distancias de la imaginación


Las distancias y los espacios son relativos en su tamaño según los seres y su tamaño.
Y según su imaginación si se da el caso.
Para mi gato Murf, un pequeño salón es una pradera.
Me provoca una insólita ternura su pequeñez en el medio que ambos compartimos y en el que me ahogo.
Su imaginación no me preocupa; los animales nacen completos y adaptables.
Por ello no necesitan soñar, no tienen que padecer el estigma de la imaginación.
Soñar es para los inadaptados, para los que no encontramos un lugar adecuado en el planeta, y posiblemente, ni en el universo.
Todo está mal hecho y nos asfixia.
Y la imaginación es una constante que nos lleva a la frustración.
Los animales no dudan ni por un segundo de su esencia y pertenencia, toman posesión del territorio que les da soporte y viven mirando al cielo y lo que se pueda cazar.
Nacieron perfectos e incorruptibles.
Yo no, por muy bestia que sea.
Soy mutación extraña.

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