martes, 10 de noviembre de 2015

Muerte en el bosque


Cuando paseas por la naturaleza el suficiente tiempo para captar todas sus sutilezas, te das cuenta de que hay más cadáveres que seres vivos puedes ver.
Es una tragedia continua a la que te acostumbras, pisas la muerte y la respiras, muertes en miniatura, muertes que parecen estatuas, muertes dulces, muertes que parecen reposos.
Y luego, piensas que parece que nunca hayan estado vivos.
Eso te hace ver la muerte como un estado más.
Y te das cuenta de que no importa quien eres, que has hecho, si has sido merecedor de algo. Moriré como ellos, sin poder elegir el lugar ni el momento.
Y no habrá nada más, es la certeza más absoluta.
Cuando has visto cadáveres humanos y se hace cotidiana la muerte día a día, ya no es posible sostener las creencias de cobardes e ignorantes.
Tal vez, al igual que el sapo, intente parecer vivo, intente dar un paso más. Aunque no lo creo, porque al fin y al cabo, seré consciente de mi muerte.
El sapo no sabía que iba a morir, se quedó a medio salto de la vida. Con los ojos muy abiertos, esperando comer una última mosca.
Es hermosa la muerte en el bosque.
Parecemos héroes cuando morimos libres.

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