miércoles, 4 de noviembre de 2015

El juramento del dolor



El dolor no forja ni endurece.

No hace fuerte a nadie, no lo curte.

El dolor enfurece, provoca miedo y fatiga y hace asquerosa la vida.

No tiene nada bueno. Los sofistas y piadosos no saben de qué cojones hablan, no tienen ni idea. Si sufrieran dolor, matarían a sus hijos si fuera oportuno para librarse de él.

El dolor no es virtud, es el constante aviso de que algo va terriblemente mal.

Y la certeza de que con el dolor no va a haber un final feliz, eleva la ira al cuadrado.

Pero si alguien es amado por alguien que padece, debe saber que se encuentra entre los seres más amados del planeta: siete u ocho como máximo. Nueve si diera la casualidad de que está naciendo otro ser tan amado en este momento.

Que nadie busque ventajas y consuelos en el dolor. Sería cobardía y una patética candidez.

La inocencia, a partir de según que edad, pasa a ser hipocresía o imbecilidad.

Solo el ibuprofeno en dosis de 800 mg. por comprimido, puede  dar un efímero consuelo.


"Hola, cielo.
No quiero ser romántico, no es un buen momento porque hay un dolor que pulsa muy adentro, donde la mano posándose no puede conjurarlo o consolarlo.
Y me lleva peligrosamente a la ira, a descerrajarme un tiro en la puta cabeza.
Solo quería decirte que si no hubiera tanto dolor, te sonreiría más a menudo.
Y te juro que si no te amara tanto, no te hablaría nunca.
Y éste último juramento es pura retórica, porque si no te amara con todas mis fuerzas, no estaría contigo. Jamás sumaría al dolor el hastío.
Te amo con todo mi dolor."

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