sábado, 29 de agosto de 2015

Serio como el filo de una navaja


Te tengo en la punta de la lengua.
Podría ser mucho más obsceno si fuera sincero del todo.
Acabo de serlo ¿verdad?
¿Cómo se pueden decir estas cosas con el rostro tan grave? No puedo ser un mentiroso desenfadado y relajado. Amarte, decir tu nombre y encontrarte en la dureza de mi miembro es metafísica aplicada al ánimo y a cada nervio que recorre mi cuerpo.
Es un colapso generalizado de la razón.
No me río, no tiene nada de gracioso amarte.
No es una broma, mi amor.
Tengo un te quiero que se me escapa por las puntas de... la lengua.
Dios... Cómo te necesito...

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