martes, 18 de agosto de 2015

Ira y razón


La ira nos eleva por encima del resto de animales y sobre toda consideración de justicia o injusticia.
Nos libera de todo prejuicio.
Y la adrenalina es la consecuencia necesaria que da energía y fuerza para convertir la ira en acto, sea consecuente o no con la razón.
Es así, no hay trasplantes de cerebros para evitarlo, los humanos tienen esa idiosincrasia.
Hay demasiada razón y pocos actos.
Las guerras pactadas por jefes de estado y tecnócratas déspotas o de maquillaje democrático, tienen la función de desahogar esa ira oportunamente para que no se vuelva contra ellos.
No hay que sentirse demasiado orgullosos de la razón, porque demasiada lleva al abuso y luego a la ofuscación, como la cobardía lleva inevitablemente a la indignidad y luego a la muerte.
"Debían elegir entre el deshonor y la guerra. Eligieron el deshonor y por tanto la guerra". Churchill.

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