sábado, 8 de agosto de 2015

Hulk la libertad absoluta


Mi héroe de ahora y siempre: el destructor Hulk.
No hay nada que escape a su ira irracional. Esa brutalidad sin escrúpulos ni concesiones morales, solo es comparable a lo que siento al escribir.
Doblamos vigas a puñetazos gritando hasta sangrar.
Es el superhéroe más libre del universo, como mi mente.
A Hulk no le importa romperse, solo quiere arreglar el mal con violencia clara, diáfana, sincera como el filo de una navaja que no miente a la piel.
Así que me imagino verde, me pongo furioso y sueño que soy absolutamente irracional y brutal. Que el mundo se arregla destruyendo lo malo, no pactando con los fariseos, no hay que dar privilegios a lo corrupto, es un error de cobardía habitual, tan habitual que es pauta de comportamiento. Es virtud en este decadente tiempo.
Hulk y yo lo sabemos: se prostituye la ética por el miedo y se pacta con la hipocresía y la envidia.
Destrucción es libertad.
Hay una tristeza en mí, que no me permite soñar demasiado tiempo con ser Hulk: mi verde no es radiación Gamma, es simplemente frustración.
Me sangran las encías, está bien, es bueno... No me importa, como a él cuando le hieren y solo consiguen enfurecerlo más.
Es tan brutal.
Y yo tan mierda.

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