viernes, 3 de abril de 2015

Simpático y cordial


Pareceré un hombre simpático y cordial.
Y lo soy, soy un buen tipo en general. Simplemente estoy pensando en mejorar el planeta y hacer algo bueno por la humanidad.
Las tres cuartas partes de homínidos (hombres y mujeres y sus derivados), debería ser deportada a cualquier planeta con atmósfera rica en amoníaco y metano. Y con muy baja gravedad para que cuando salten alegres porque les ha tocado en una feria un smartphone de cartón, salgan disparados al negro y aterciopelado espacio como si fueran colillas de esas que lanzo al aire para que los murciélagos las cacen y se quemen.
De ahí mi sonrisa afable. Lo tengo todo previsto.
Se podrían enviar incluso en naves no tripuladas para abaratar los costes. Si a cada pasajero le das un peluche del pato Lucas o el Diablo de Tasmania aunque no se parezcan, se suben más felices al transbordador que si les regalaran una gorra de propaganda de abonos agrícolas. Además, se les puede financiar la deportación a 36 meses sin intereses, que es lo que podría durar un viaje  a un planeta venenoso. Y con el reclamo añadido de que tendrán diez gigas gratis de feisbuc y guasap.
No soy misántropo, lo que pasa es que de humanos hay tan pocos, que es necesario sacar la morralla para dejarles aire que respirar y espacio para hacer su trabajo y reproducirse sin peligro  de cruzarse con uno de esos individuos/as que estropean la genética por cuarenta generaciones.
Y así enviándolos allá, al espacio inconmensurable tachonado de estrellas, el asunto de los residuos lo tenemos resuelto, ya que hay agujeros negros por ahí que se lo tragan todo.
Y bueno, está el asunto de la comida para tan largo viaje; lo tengo resuelto, hay cajitas felices que con los regalos luminiscentes que llevan los entretendrá durante mucho tiempo.
Ahora ya solo queda engañarlos, que es lo más fácil y enviarlos a la mierda.
Mirad, me brota una lágrima de emoción al pensar en mi amor por la humanidad.
Precioso...

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