lunes, 16 de febrero de 2015

Supongamos

Dijéramos que te amo. Dijéramos que me convulsiono con tus labios (los cuatro).
Pongamos que construyamos una vida juntos.
Pongamos que no existe muerte que nos separe.
Supongamos que nuestros despertares en las mañanas serán obscenos actos.
Ahora que está todo supuesto. ¿Te importaría si empezamos ya?
Lo de la muerte no es del todo cierto, me pisa los talones. Es envidiosa porque te quiero más que ella.
Y ahora dame uno de tus convulsivos besos.

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