El problema con los que mueren, no es una cuestión de humanidad, dolor, pena y todas esas sensibilidades. El problema es que no mueren los necesarios, o al menos, no en la suficiente cantidad.
O sea, hay gente que debería morir por una cuestión de justicia y bienestar, y sin embargo viven para matar a otros, a los que son necesarios.
Aparte de este detalle sobre la conveniencia de los asesinatos, no hay gran cosa que lamentar, somos como los elefantes: demasiados.
Hay que hacer sitio.
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