martes, 24 de enero de 2012

J. Edgar (los idiotas triunfan)


No tiene nada de gracioso que un reconocido fascista y degenerado baboso del sexo de su madre (como, Calígula, Mussolini, Hitler y tantos otros subnoramles a lo largo de la historia), sea motivo para que se haga una película de su vida, por muy crítica o no que lo sea.
Tiene tanto interés la vida de este fascista maricón, como la de un actor porno. Ni una mala eyaculación aportó como para que se merezca una película.

Hoover, como todos los idiotas que están en el poder o que han ejercido importantes cargos de represión y acoso a la libertad, tuvo suerte; demasiada suerte para una inteligencia tan simple y vacía.
Bueno, tal vez tenga sus seguidores: padres y hombres que follan a oscuras y por el culo a su mujer y obedecen como cabestros la voz de su amo (léase leyes, religiosos, jueces, políticos y funcionarios).
Por mí se puede ir a tomar por culo la parte de historia en la que participan subnormales como este tal Hoover, el tarado.
Es que siempre hay idiotas que hasta muertos dan por culo.

Menuda Hoover-mierda.

Buen sexo.
Iconoclasta

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