sábado, 17 de abril de 2010

Destrucción


La destrucción liberadora...
A veces sueño con mundos en ruinas donde la muerte acecha entre cascotes, donde las varillas del hormigón armado son raíces que penetran en mi cuerpo y llenan mis venas.
Y todo se hace dolor e intensidad.
A veces entiendo a los descerebrados que eligen el camino del dolor para llegar a un estado de conciencia superior.
Pero no soy tan idiota, no puedo aceptar eso. Insisto en buscar mi dosis de belleza y placer.
Tengo mis derechos, y ningún masoquista con sistema nervioso defectuoso, me va a convencer de que necesito que me electrocuten los cojones para ser uno con el universo.
Y a pesar de eso, no puedo evita hurgar con la punta de un cuchillo en mi brazo, para sacar esos alambres que me cortan por dentro.
A lo mejor es que he comido muchas espinacas. Tanto hierro...
A lo mejor es que me quieren hacer tragar más cucharadas de mierda: "Y está para papá, y esta para mamá..."
Y esta, y esta y esta, y esta...
Y deseo sin darme cuenta, algo de destrucción.
Para partirse a reír, vamos.

Buen sexo.
Iconoclasta

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